Patrimonio arqueológico
PEÑALLANA:
PRIMEROS POBLADORES
En Peñallana, extenso paraje donde se ubica la parcela de Viña Concepción, hay restos arqueológicos que nos dan noticia de los primeros pobladores de esta serranía: megalitos rituales de entre cinco y seis mil años de antigüedad (Calcolítico o Edad del Cobre), con presencia también de la cultura del Algar[1] (entre 1800 y 1500 años a. de C.), así como sepulturas antropomorfas de la Alta Edad Media.
Estas huellas del
pasado remoto son frecuentes asimismo en otros lugares de la Sierra de Andújar,
como La Alcaparrosa, La Centenera, Escoriales o Cabezaparda.
Megalito número 1 hacia levante |
El arroyo de La Parrilla, que aún circula por la cañada que bordea la finca, debía de tener entonces mayor caudal que el actual, dada la progresiva disminución de la pluviometría y la explotación de los acuíferos.
Megalito 2 |
Megalito 3 hacia poniente |
Posteriormente, pequeños grupos familiares, pertenecientes a la cultura del Algar y dedicados a la minería y al pastoreo, se asientan en estos parajes donde hubo minas de plata y cobre –como las de Escoriales y El Centenillo, esta última en explotación hasta 1963-. Durante esta época, el rito funerario dejó de ser colectivo y se convirtió en individual con sepulturas de inhumación en cistas o en cajas de piedra, o bien en grandes vasijas o tinajas, que a menudo se hallan en el subsuelo de sus propias viviendas –como sucede en el yacimiento de Castellón Alto, en Galera (Granada)-.
Sepulcros antropomorfos de origen medieval |
Las sepulturas antropomorfas próximas a Viña Concepción, datan de la Alta Edad Media (entre los siglos VI y X de nuestra era). Son frecuentes los pequeños grupos de sepulturas (entre dos y cinco) excavadas en grandes bloques graníticos. Este tipo de enterramientos pertenecían a familias que los usaron a lo largo de varias generaciones. Suelen estar orientados hacia el mediodía (lo que descarta su origen musulmán, siendo más bien visigótico o bien mozárabe), y pueden poseer forma trapezoidal, con una clara distinción entre la cabecera –más ancha- y los pies; o bien antropomorfa, con la silueta del cuerpo claramente dibujada.
Algunas tienen un pequeño orificio en su parte derecha, que estaba destinado a ofrendas o a la realización de libaciones. En él vertían vino, aceite, miel o leche con fines rituales.
Alcubilla en el arroyo de La Parrilla |
El arroyo de La Parrilla discurre por una cañada real de origen medieval. En ella, encontramos una pequeña alcubilla construida en piedra de granito y ladrillo macizo en buen estado de conservación. Destinada a proporcionar agua a pastores y ganados, se abastece por un pequeño manantial.
Durante nuestra niñez, estos restos arqueológicos fueron objetos frecuentes de nuestros juegos. Lo que nuestra fértil imaginación infantil denominaba ‘torres de control’ (una de ellas situada a unos doscientos metros de la casa en dirección noroeste, y otra a una distancia similar en dirección suroeste), tal vez sean también construcciones megalíticas rituales.
Pero de eso hablaremos ya en otra ocasión...
[1] En la Edad del Bronce, la cultura de El Algar (Almería) se constituye
en un potente foco de irradiación de la metalurgia. A partir de su sede
almeriense, se extendió por otras provincias, llegando por el cauce del
Guadiana Menor, a tierras jiennenses. Eran grandes prospectores de metales,
sobre todo del cobre. (J.Cruz Utrerra, Arqueología
de Andújar, 1990).
[2] http://ciudad-dormida.blogspot.com.es/2016/01/dolmenes-y-menhires-del-alentejo-un.html
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